Si el mexicano ataca, el venezolano responde; y si es en sentido opuesto, la respuesta permanece idéntica. Al siguiente encontronazo, la intensidad, inevitablemente, tendrá que aumentar. Es una espiral.
En la medida que Pastor Maldonado y Sergio Pérez no busquen separar sus caminos, los problemas y alcances podrían subir de tono tal como ocurrió en GP2.
Y no se trata de evitar la competencia. Al contrario. Los dos pilotos latinoamericanos, novatos en Fórmula Uno, podrían volver a llenarnos el ojo de emociones y buenos momentos como lo hicieron en varios pasajes de la categoría semillero.
Sin embargo, como se puede apreciar en la foto, el alerón delantero de Maldonado muestra aquí un daño que en las primeras etapas de un Gran Premio no tiene razón de ser, y se produjo al pelear por una posición secundaria con Pérez.
Cada uno de los nuestros tiene suficientes problemas internos como para buscar un poco más afuera. No se trata de promover la amistad eterna y los juramentos pacifistas entre dos pilotos que claramente sostienen un duelo deportivo y personal en todo momento. Pero, en este momento, para ambos, distraerse sería muy perjudicial.
Ojalá no caigan en la espiral perversa.
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