Sacrificio supremo
Luis Manuel López
No voy a escribir de los comentarios de la prensa española que no es la única, por cierto, ni de la excepcional forma de conducir de Sergio Pérez, ni de la descalificación. Me voy a lo personal.
Fue en Toronto…
Mañana de sábado, fría, al terminar la primera práctica de Champcar. Antonio Garibay hablaba por teléfono y nos encontramos a la salida del pit de Adrián Fernández. “¿Todo bien?”, dije y respondió con un contundente: “¡Pts! Mil broncas…”
Ya no caminamos. Nos quedamos pegados a la tribuna. “Es que el Checo no le contesta a la mamá y se me aceleran mucho las cosas en la casa”, dijo Toño, sin aclarar que el chamaquito de 13 años había terminado curso en la escuela y se había ido ¡solo! a trabajar en la pista de karts de Brian Herta en Las Vegas, para pagar su raid con el equipo de Paul Tracy.
Garibay, aclaro que pese a la diferencia de apellidos, es el padre de Checo Pérez, continuó así: “…y ni modo de estar jode y jode por allá. Yo ya les dije que hay que coordinarse para hablar por teléfono.
“Se quiso ir, pero le dije que va a trabajar y me lo recibió la gente de Bryan allá. Lo traen en friega, el encargado le dijo: ‘¿quieres correr?’ pues ¡a darle! y me lo puso a limpiar todos los rines de los coches de renta… ¡como 250! Ahí lo tienes con su franelita… y hasta que acabó.”
La emoción…
Para variar, Garibay no tiene punto y coma, el discurso no para y llegan, irremediablemente, las emociones. Está nervioso, preocupado: “A ver, tú dime ¿yo qué hago?; el Toñito ya va para Inglaterra y el otro está necio que quiere seguirle, los dos quieren correr y ni cuerda les tengo que dar.
“Bueno, la mamá, ya sabes, pero… ¡ni modo que los amarre!. ¡Pts! y además yo quisiera mandarlos con todo, de primera, pero no hay lana. No tengo. Les dije: se van pero a lo pobre, ¡eh! No hay para hoteles. El Checo duerme en un sillón de piel, todo frío y jodido, en la oficina del administrador, con dos cobijas que se llevó en su maletita”.
Los niños, por teléfono…
La familia de Garibay, los Pérez-Mendoza, se desprendieron de sus hijos, unos niños. El efecto de la separación sobre un padre estaba frente a mi sin poder parar de hablar. La madre, en Guadalajara, desesperada por escuchar la voz anhelada en el teléfono.
Para no seguir callado comenté: “No te metas ya, si los vas a dejar hacer carrera, ya no te metas, Toño, luego sale peor”. Garibay respondió: “Nooooo, no sabes lo que me duele, ca… Toño como quiera ya lleva camino, pero el otro es un chamaquito. Pero ni modo, que le cueste … los voy a dejar… es la única forma si van a ser buenos…
“Tú los viste correr, al Checo le sale lumbre de los ojos cuando maneja. Y lo que me dice: ‘Papá, ¡tú no sabes!, el que sabe es Adrián’ por eso yo ya dije: si él me ayuda con eso, ya estoy. Le dije a Adrián, haz de cuenta que son tuyos, yo me salgo. Pero que no sean mediocres”.
Aún cuando se apartó y fue apartado, el padre tuvo la oportunidad de seguir la formación de sus dos hijos pilotos, su mamá, Marilú, prefirió apoyarlos desde la otra trinchera, la de estar siempre al pendiente y a la distancia.
En otro idioma…
Los dos chamacos acabaron cumpliendo su sueño, pero Checo tuvo mejor suerte, se empeñó en seguir y acabó en pocos meses embarcando rumbo a Alemania para correr la Fórmula BMW. Siguió sólo a los 13 y a los 14, y a los 15 años y más.
Se formó en Europa lidiando con ingenieros, mecánicos, rivales, posibles patrocinadores, y algunos yupies, pero ya no regresó a vivir a su casa, en Guadalajara.
Desde hace muchos año, Checo sólo habla el español por teléfono, piensa, actúa, decide y vive en inglés. Adivino que las llamadas que más disfruta son las de su madre, su hermana, su hermano y su padre, que son el eje de su fuerza mental, de su calidad humana y a quienes, paradójicamente, ha tenido más lejos que nada en los últimos años.
Mi testimonio…
Al sacrificio de una familia, a Toñito, a Paola, al padre y sobre todo a Marilú, la mamá, por aguantarlos a todos. Ellos son también artífices de la gran trayectoria que acaba de iniciar. Pocos se desprenden así, pocos han tenido tal éxito.
¡Felicidades Checo!, por tu gran debút, por los grandes momentos que vienen y, sobre todo, te felicito por tu gente.
Muy buen dato anecdotico! Y no es el unico que sufre para poder llegar a lo mas grande del automovilismo.
ResponderEliminarLo que me encanto: "Le dije a Adrián, haz de cuenta que son tuyos, yo me salgo. Pero que no sean mediocres”.
Y no son mediocres!
A pesar de la sancion, que fue por cuestion tecnica, Checo demostro paciencia, determinacion y un excelente manejo. Se ve que no se desespera facilmente y eso lo llevara a grandes cosas.